TIEMOS Y TIEMPO DE DIOS (132). MADRES: TERNURA Y CORAJE QUE SOSTIENEN LA ESPERANZA


Oscar Martín, SJ

Hoy celebramos en Paraguay el Día de la Madre. La Palabra de Dios nos ofrece imágenes lindas y profundas sobre la maternidad, donde se mezclan la ternura y la fortaleza. En Isaías, Dios mismo se presenta con el rostro de una madre que consuela: «Como un hijo a quien consuela su madre, así yo los consolaré a ustedes.» (Isaías 66,13). La ternura materna no es solo un gesto cariñoso, es el reflejo del amor incondicional de Dios, que sostiene y da vida, incluso en medio de las mayores dificultades.

Pero la maternidad no siempre se vive en ambientes cálidos y llenos de sonrisas. El Nuevo Testamento muestra a María junto a la cruz, firme en el dolor: «Junto a la cruz de Jesús estaba su madre» (Juan 19,25). Esta imagen refleja la realidad de miles de madres en nuestro país y en el mundo: mujeres que sostienen solas a sus familias, trabajando sin descanso, siendo padre y madre al mismo tiempo.

Son las madres que encontramos en hospitales desabastecidos, cuidando a sus hijos enfermos; en trabajos de horarios extendidos, con sueldos que no alcanzan; o en las calles, vendiendo bajo el sol o la lluvia para sobrevivir. Madres invisibles para muchos, pero esenciales para sus hijos y para que la vida siga adelante.

También están las madres que enfrentan un dolor aún mayor: ver a sus hijos atrapados en el infierno de las drogas, una tragedia que golpea sin piedad, especialmente en nuestros barrios más pobres. Una realidad que con frecuencia cuenta con la complicidad de sectores del poder. Son madres que no abandonan, que rezan, que buscan, que esperan…

Ciertamente, no todas las experiencias de maternidad son así. Pero es en estos contextos donde la esperanza se vuelve más real y desafiante. No es solo un deseo de que las cosas mejoren, sino una esperanza “ijy”, como la describió nuestro presidente de la Conferencia Episcopal en el Te Deum de ayer por la fiesta de la indepedencia: una esperanza “dura, difícil de masticar”, pero firme. Es la esperanza de las madres que no se rinden, que resisten, que abrazan a sus hijos, incluso en los peores momentos.

La maternidad, en su ternura y su coraje, revela el rostro más humano y profundo del amor fiel de Dios. Recordar y agradecer hoy por nuestras madres es también reconocer la valentía de tantas de ellas, mujeres que, con su vida y su entrega silenciosa, sostienen la esperanza, aun cuando las circunstancias no siempre sean las más favorables.

¡Muchas felicidades!

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